Desde hace mucho tiempo son considerados patrimonio cultural los monumentos, conjuntos de construcciones y sitios con un valor histórico, paisajístico, estético, arqueológico, científico, etnológico y antropológico. Y esta idea y concepto de patrimonio cultural se ha extendido a categorías que no necesariamente forman parte de sectores artísticos pero que también tienen gran valor para la humanidad. Entre estos se encuentran las formaciones físicas, biológicas y geológicas extraordinarias, las zonas con valor excepcional desde el punto de vista de la ciencia, de la conservación o de la belleza natural y los hábitats de especies animales y vegetales amenazadas.
Uno de los valores de este patrimonio es que sirve de conducto y nexo para vincular a los ciudadanos con su historia, y ayudarles a conocerla, asumirla y reconocerla. Por ello también está asociado a la idea de propiedad y pertenencia, porque refleja y es testimonio además de un momento de un tiempo de la historia de ese conglomerado social. Pero trasciende de esta idea que puede ser considerada como localista. Al mismo tiempo, el patrimonio cultural, con su diversidad, sirve como clave para entender a otros pueblos, incorporando el valor simbólico de otras identidades culturales. Es un lenguaje que una vez entendido ó simplemente sentido, es una herramienta de dialogo e intercambio entre civilizaciones y culturas distintas.
Desde este enfoque hay que entender el patrimonio histórico y monumental como un útil para establecer y mantener la paz entre las personas y las naciones y considerarlo también como un polo de desarrollo económico y riqueza. Intentar trasladar todos estos conceptos al mundo de la arquitectura, la construcción y al concepto de la preservación es un trabajo que desde hace siglos los especialistas admiradores y amantes del patrimonio afrontan.
La preservación, conservación, restauración y puesta en valor de zonas arqueológicas, sitios y lugares históricos, así como de edificios como iglesias, castillos, palacios, conventos y otros monumentos sirve para mantener y potenciar el acervo cultural de un país. Esta labor es la que además ha permitido y permite transmitir el patrimonio a través de las generaciones.
La investigación de los procesos, tecnologías y métodos de intervención en el patrimonio revierte en su propio desarrollo y especialización. Las instituciones públicas y privadas, de cualquier país no pueden permitirse dar la espalda a su legado histórico-artístico, sino más bien al contrario, asumirlo y potenciarlo como parte de su esencia y reconocimiento de su carácter de herencia común.
Por otro lado es fundamentar enfocarlo no solo como legado cultural, sino también como un importante recurso económico que bien gestionado aumenta la riqueza de la sociedad y atrae a un turismo de calidad. El retorno, no solamente cultural ó artístico, sino también económico y lucrativo que comporta la inversión/ intervención recuperadora del patrimonio monumental no está lo bastante estudiado y analizado.
Pero es evidente, y aun más a futuro, que el patrimonio histórico de los países es uno de los grandes acicates y palancas para potenciar el turismo cultural.
Teniendo claros estos aspectos y circunstancias, la conservación de nuestro patrimonio es imprescindible. Así consideramos necesario dar un paso más en la gestión del patrimonio cultural y tender hacia el desarrollo de programas de conservación preventiva que, aunque son una inversión constante, a largo plazo minimizan la necesidad de realizar restauraciones que suponen intervenciones más agresivas para la obra de arte y mayores partidas económicas.
No obstante, los criterios de intervención sobre el patrimonio (mueble ó inmueble, material ó inmaterial, público ó privado), han sido y son cambiantes y varían en función del lugar, el estado del bien, sus materiales y técnicas constructivas, etc.
En los últimos años se producido una nueva reflexión sobre el patrimonio y muy especialmente el arquitectónico. Se ha construido mucho, se ha menospreciado y apartado aquello que heredábamos, que frecuentemente ha sido objeto incluso de demoliciones y alteraciones profundas. Una postura social y personal más seria y meditada debe llevarnos a una nueva visión del patrimonio y a partir de la investigación y el mejor conocimiento del mismo, buscar y encontrar nuevas alternativas y caminos para su integración en nuestro modo de vida.