La fundación de la ciudad de Santa María del Rosario tuvo lugar el 25 de enero de 1733 tras la autorización concedida por Felipe V a petición del primer Conde de Casa Bayona que quería construir este conjunto religioso y civil a expensas de la demolición de un primitivo ingenio azucarero. Santa María del Rosario fue la tercera Villa Condal de la isla de Cuba, después de las de Trinidad y Holguín. La plaza responde al esquema de plaza porticada de época colonial, de planta sensiblemente rectangular y edificaciones de una planta, que es el corazón del sistema regulador de la ciudad a base del trazado hipodámico de calles perpendiculares y paralelas que creaban un conjunto de manzanas o cuadras.
La iglesia del Rosario se construyó entre 1760 y 1766 bajo la dirección del arquitecto José Perera. Fue bautizada y sacralizada por el Obispo de Cuba Espada y Landa en 1812 e instituida como Catedral de los Campos de Cuba. En su interior conserva bienes muebles de gran riqueza, entre los que destacan lienzos con pinturas religiosas y el conjunto de retablos y altares laterales barrocos, así como el púlpito, construidos con maderas preciosas policromadas.
El proyecto de restauración fue elaborado por encargo de la Fundación Caja Madrid, y se planteó siguiendo un criterio de mínima intervención, evitando por tanto añadidos o consolidaciones que pudieran alterar o desfigurar la percepción del núcleo fundacional de Santa María del Rosario. Las intervenciones previstas en la iglesia incluyeron consolidaciones urgentes en fábricas, drenajes exteriores de protección para evitar la progresión de la humedad capilar, la mejora del sistema de evacuación de las aguas de lluvia y la desinsectación y consolidación de los bienes muebles vinculados. En la plaza se procedió a la recuperación del ambiente urbano buscando el mantenimiento de la dinámica constructiva de los edificios de la plaza, la reparación de cubiertas, la conservación de herrajes y carpinterías originales y la reparación de las instalaciones de los edificios más deteriorados. Por último, elaboró un plan de mantenimiento para los usuarios de las edificaciones, de modo que con la realización de unas sencillas labores periódicas de control, limpieza y reparación fuera posible el sostenimiento y la pervivencia, en condiciones adecuadas, de este conjunto histórico excepcional.